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LA CIENCIA DEL BESO

Es curioso que un beso nos pareciese algo repugnante y desagradable cuando éramos niñxs pero una vez que damos el primero necesitamos repetirlo cada vez que sentimos atracción por una persona.

¿Quieres saber el sentido de esta contradicción?



Eh, eh, para el carro. ¡Antes debemos saber cómo surgió el beso!


ORIGEN EVOLUTIVO DEL BESO

Según la revista Scientific American Mind, esta costumbre se remonta a nuestros ancestros:
Las hembras primates alimentan a sus crías masticándoles la comida con el único fin de reconfortarles y darles cariño, ya que pueden masticar por sí solas. 


De esta forma puede ser que se comenzara a asociar un sentimiento de placer (el de comer) con el de juntar los labios.
Aunque, como todxs sabemos, el beso en humanos tiene actualmente una función completamente distinta.

¿Cuál es exactamente esa función?


Los labios poseen unas 100 veces más cantidad de terminaciones nerviosas que las manos, por lo que se establece un vínculo inmediato al besarnos.
Estos estímulos nerviosos van a dirigirse a la corteza somatosensorial de nuestro cerebro, la cual otorga más espacio a los labios incluso que a los genitales.
Este hecho conlleva a que se proporcione una gran cantidad de información sensitiva química de lo que está ocurriendo justo en la zona.

Este mecanismo sucede para un fin concreto:
VALORAR EL SISTEMA INMUNITARIO DE ESA PERSONA

Este reconocimiento se lleva a cabo mediante nuestros receptores químicos al captar a un conjunto de genes llamado Complejo de histocompatibilidad (MCH), encargado de ofrecer esa información como si de un historial médico se tratara.
Hablando en términos evolutivos, el instinto de supervivencia de un individuo es conseguir variabilidad genética, por lo que es una “manera de elegir pareja” basándose en encontrar un sistema inmunitario completamente distinto al nuestro.

El beso NO es único en nuestra especie: esto se da en otros animales que también practican un reconocimiento boca a boca.
O, más bien, hocico a hocico. O pico a pico, en el caso de los pájaros, mientras que los elefantes entrelazan su trompa y a veces la introducen en la boca de su compañerx.
   Además de los mamíferos y aves, el macho de la araña viuda negra (Latrodectus) puede oler las feromonas producidas por una hembra y saber si recientemente comió o no. 
Gracias a eso puede aparearse con la que ya lo haya hecho para minimizar el riesgo de ser devorado.



LOS BESOS SON SALUDABLES

Aunque cualquiera lo dudaría, pues se intercambian unas 80 millones de bacterias mediante la saliva.
¡Pero tranquilx!  El 95% de ellas no son dañinas, de hecho provocan una mejora del sistema inmunitario, estimulando la producción de defensas.

Además, en un beso se queman 2-3 calorías por minuto.
¡No es ninguna simpleza! Participan 34 músculos faciales, junto con 134 músculos del resto del cuerpo que se contraen o participan en conseguir una postura adecuada.
Todo esto sin tener en cuenta los músculos responsables del sistema nervioso entérico cuya función es encargarse de controlar el aparato digestivo así como de producir las “dichosas mariposas en el estómago”.



El músculo más importante implicado en estos movimientos es el ORBICULARIS ORIS, más conocido como el músculo besador, ocupándose del cierre de los labios y dándoles una forma adecuada en el momento del beso.

Además, 5 de nuestros 12 nervios craneales están comprometidos en la transmisión de información que se produce en este mecanismo.
El nervio facial es el que se encarga de transmitir señales recibidas por los labios a la corteza somatosensorial.

QUÍMICA DEL BESO

Al llegar esta información a esta corteza somatosensorial, se liberan neurotransmisores como respuesta al estímulo, mensajeros químicos que llegarán mediante sinapsis (serie de contactos nerviosos que se llevan a cabo en el proceso de transmisión nerviosa) a una célula muscular o a una glándula.

Entre los neurotransmisores más destacados del proceso se encuentran la dopamina, endorfinas y oxitocina.

  • DOPAMINA:

Estimula la acción del sistema nervioso simpático, responsable del aumento de frecuencia cardíaca, presión arterial y temperatura corporal, así como dilatación de nuestras pupilas y aparición del sentimiento de placer.
Además, es un compuesto intermediario en el metabolismo de las tiroxinas, por lo que regularía de forma indirecta nuestro metabolismo.
El hecho de “echar de menos besar a alguien” está relacionado con que la dopamina puede crear un verdadero Síndrome de abstinencia.


  • ENDORFINAS:

Son péptidos opioides producidos por la glándula pituitaria (responsable de la producción de gran cantidad de hormonas) y el hipotálamo (el cual controla el funcionamiento del sistema nervioso).
Tienen propiedades de analgésico, por lo que puede calmar o eliminar dolor de forma natural y rápida.
Esto está relacionado con la sensación de bienestar y tranquilidad post-beso, pues funcionan como antídoto contra la depresión. 


  • OXITOCINA:

Es una hormona que interviene principalmente en la estimulación de genitales y en el establecimiento de lazos sociales.



¿POR QUÉ CERRAMOS LOS OJOS AL BESAR?

Esto se debe a que los humanos tenemos el sentido de la vista bastante más desarrollado que otros sentidos, por lo que nos sería muy difícil procesar esta información a la vez que recibimos estímulos visuales.
Cuando los estímulos visuales desaparecen, el tacto se potencia notablemente y podemos disfrutar más del beso. Es una manera de proporcionarle al cerebro una situación cómoda que permita enfocarse en una tarea específica.



Autora: Natalia Celaya Rojas

Fuente:
  • Sheril Kirshenbaum. The Science Of Kissing: What Our Lips Are Telling Us. Grand Central Publishing; Edición: 1 (3 de febrero de 2011).

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