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ANIMALES EXTINTOS: EL TIGRE DE TASMANIA (Thylacinus cynocephalus)

Como ya podemos sospechar, la acción antrópica ha sido una de las causas de las extinciones que han tenido lugar en el Cuaternario.
Hoy vengo a contaros una de ellas: el caso del tigre de Tasmania.


Este marsupial carnívoro también llamado lobo marsupial o tilacino, originario del Holoceno y nativo de Nueva Guinea y Australia, era el último miembro del género Thylacinus, ya que la familia Thylacinidae data del comienzo del Mioceno y el primer tigre de Tasmania como tal apareció hace 4 millones de años.


No existe un consenso sobre la anatomía de este animal debido a que hay escasos ejemplares conservados, restos, registro fósil y crónicas de trabajos de campo; pero podemos afirmar que tenía aspecto de un perro de gran tamaño con pelaje espeso y suave de hasta 15 cm de longitud y una cola rígida que se extendía gradualmente del cuerpo cuyo pelaje terminaba en forma de cresta, un torso rayado (más marcado en jóvenes que se iban decolorando a medida que envejecían), orejas redondeadas de aproximadamente 8 cm cubiertas de pelo corto y vientre de color crema.

Las mandíbulas de 46 dientes eran potentes, con una gran apertura y con profundos puntos de inserción muscular.

Sus huellas se podían distinguir de las de otros animales ya que tenían una almohadilla posterior muy grande y cuatro almohadillas anteriores situadas casi en línea recta, además de tener 4 dedos en vez de 5 y sin zarpas retráctiles.

Normalmente los adultos medían unos 100-180 cm de longitud y pesaban entre 20-30 kg, habiendo por lo general un dimorfismo sexual puesto que los machos eran más grandes que las hembras. 
La hembra poseía un marsupio con cuatro mamas pero se abría hacia la parte distal del cuerpo, y los machos tenían un bolsillo escrotal dentro del cual podían meter su saco escrotal (característica única entre los marsupiales australianos).

La época de cría principalmente era en invierno y en primavera. Nacían hasta 4 crías por camada y permanecían 3 meses dentro del marsupio, tiempo necesario para que alcanzasen la mitad de la medida adulta. Tras abandonar el marsupio y hasta que hubieran crecido lo suficiente para intervenir en la caza, se quedaban en la madriguera mientras la madre cazaba.

Se estima que su esperanza de vida en estado salvaje estaría entre 5-7 años.

Debido a los datos limitados junto con una poca representatividad de las observaciones (fueron realizadas durante el día y era un animal nocturno), su estado en cautividad y la exposición a una situación cercana a la extinción, no se tiene conocimiento de su etología.

Es probable que prefiriera zonas secas de los bosques de eucaliptos, zonas húmedas y prados dentro del continente australiano, aunque en Tasmania prefería los bosques de las zonas centrales y los brezales costeros (además, los aborígenes australianos indicaban que eran grandes nadadores). Desafortunadamente estas zonas se convirtieron en el objetivo principal de los colonos británicos como terreno de pasto para sus rebaños y como consecuencia la distribución del animal se limitaba a un radio de 40-80 km.


Era un depredador alfa, por lo que es un gran ejemplo de una evolución convergente con otras líneas evolutivas como los placentarios (tigres y lobos del hemisferio norte) al ocupar el mismo nicho ecológico en Australia que estos cánidos en el resto del mundo, presentando la misma forma general y adaptaciones como la morfología craneal o los talones levantados.

Es posible que se basaran en la vista y en el olfato para cazar, pues un estudio de su estructura cerebral ha revelado que sus bulbos olfativos no estaban bien desarrollados.

Es posible que en situaciones de estrés liberara alguna sustancia volátil como su pariente, el demonio de Tasmania.

Se han descrito unos andares un poco torpes que no le permitían correr velozmente, aunque podían realizar un salto bípedo mantenido brevemente parecido al de los canguros.

La estructura del esqueleto y las observaciones en cautiverio sugieren que cazaban en pequeños grupos familiares seleccionando una presa y persiguiéndola hasta que estaba exhausta, entonces uno de ellos estaba preparado para emboscarla desde la dirección a la que la dirigían.

Era una cazador nocturno y crepuscular en los brezales, así durante el día permanecía en cuevas pequeñas y troncos de árboles vacíos de los bosques y cerros.

Su estómago poseía una gruesa capa muscular distensible para permitir el gran almacenamiento de comida para compensar los largos periodos en los que el alimento era escaso.


Se extinguió en el continente australiano miles de años antes de la llegada de los colonos europeos pero sobrevivió en la isla de Tasmania. A pesar de que la posible causa de su extinción en Australia fue la caza intensiva, también intervinieron otros factores como las enfermedades, la introducción de animales como los perros, la ocupación/destrucción de su hábitat por parte de los humanos y la posible competencia por los recursos con los dingos (tenían hábitats solapados, esta presión fue incrementada por la utilización de los dingos por los aborígenes como compañero de cacería y aunque éstos eran diurnos, compartían presas con el tigre de Tasmania).

En la primera colonia europea, la zona más densa de población de lobos marsupiales era el norte de la isla.

Poco a poco fue disminuyendo debido a que los colonos culpaban a éstos de numerosos ataques a ovejas, lo que incentivó su caza al ofrecer recompensas entre los ciudadanos con el fin de controlar su número.

Se pagaron 2184 recompensas aunque obviamente se mataron muchos más de los que se reclamaron.

Su extinción en Tasmania suele atribuirse a este hecho junto con la competencia con zorros o con los perros salvajes introducidos por los colonos, la erosión de su hábitat para abastecer las necesidades sociales de aquella época, la consecuente extinción de sus presas y enfermedades que afectaba a muchos ejemplares en cautividad.

Por todos estos motivos, el animal estaba ya en extremado peligro y era raro en estado salvaje a finales de los años 20. Por esta razón hubo varios intentos de salvar a la especie de extinción de distintas zonas por el Comité de Consejo de la fauna nativa de Tasmania, aunque las circunstancias políticas impidieron que cualquier tipo de protección oficial se llevase a cabo antes de 1936.

El último lobo marsupial salvaje conocido fue cazado cerca de un gallinero por parte de un granjero y el último en cautiverio conocido como “Benjamín” fue capturado en 1933 y fue enviado al zoológico de Hobart, donde duró tres años, falleciendo el 7 de septiembre de 1936 por negligencia al quedar expuesto al sofocante calor y temperaturas bajo cero en el exterior del refugio (la protección oficial de la especie por el Gobierno de Tasmania fue introducida el 10 de julio de 1936, 59 días antes de la muerte de este último ejemplar conocido).


Las búsquedas posteriores en los años 70 dieron resultados de huellas, excrementos, sonidos y testimonios de gente que afirmaban que podría haber sobrevivido, aunque ninguna de las pruebas sirvió para ninguna conclusión.

Los protocolos internacionales exigen que cualquier animal del cual no se hayan encontrado ejemplares en 50 años se considerará extinto, por lo que al cumplir este criterio el tigre de Tasmania fue declarado oficialmente extinto por la UICN, sin embargo la CITES lo considera “posiblemente” extinto.


El Australian Museum de Sidney empezó un proyecto de clonación en 1999 cuyo objetivo era utilizar material genético de ejemplares preservados a principios del siglo XX para clonar nuevos individuos y resucitar la especie, el cual se ha denominado como pseudocientífico por parte de muchos genetistas. En 2005 después de extraer ADN con éxito de los ejemplares preservados, se anunció que el ADN estaba demasiado degradado para utilizarlo.


El tigre de Tasmania se convirtió en un importante símbolo del Estado de Tasmania, formando parte de su escudo, de logotipos oficiales de turismo y en las matrículas de los coches de Tasmania así como en productos de cervecería, anuncios de televisión o videojuegos.




Autora: Natalia Celaya Rojas

Bibliografía: 

- Berns, G. S. y Ashwell, K. W. S. (2017) Reconstruction of the cortical maps of the Tasmanian tiger and comparison 
to the Tasmanian devil. PLoS ONE, 12:e0168993.

- Duarte, Berta P. Clasificación de los seres vivos. 3 de agosto de 2009. Biología- FIMCBOR (pág 89).

http://www.dspace.espol.edu.ec/xmlui/handle/123456789/6273 sitio web correspondiente a la bibliografía.

- Fernández, Fidel J. Et Fernández-Arroyo. Comentarios sobre la desaparición de la fauna y su conservación. 2º Semestre 2002. 63/Argutorio nº29.

- Figueirido, B. y Janis, C. M. (2011) The predatory behaviour of the thylacine: Tasmanian tiger or marsupial wolf? Biology Letters, 7,:937–940.

- Johnson, C. N. y S. Wroe (noviembre de 2003). «Causes of extinction of vertebrates during the Holocene of mainland Australia: arrival of the dingo, or human impact?».

- Menzies, B. R., Renfree, M. B., Heider, T. et al. (2012) Limited genetic diversity preceded extinction of the Tasmanian tiger. PLoS ONE, 7: e35433.

- Soulé, M. E. 1987. History of the Society for Conservation Biology: How and why we got here. Conservation Biology.




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